Las pantallas, una actividad por nada como los demás.

El cerebro posee dos sistemas de atención.
La atención refleja, involuntaria e instintiva, presente desde el nacimiento. Esta atención permite detectar los estímulos más destacados del entorno, como un ruido repentino o un movimiento, para reaccionar, por ejemplo, frente a un peligro. También es la atención utilizada durante la caza, donde uno está alerta e hipervigilante. No requiere ningún esfuerzo, es instintivo. Sin embargo, es precisamente esta atención la que estimulan las pantallas. Lo que llamamos "la captología". Se mueve, es luminoso, estamos captados.
Por eso, si por ejemplo vas al restaurante con tu mejor amigo, y hay una televisión, aunque lo que te explique sea interesante y te apasione, y el programa de la televisión no te interese en absoluto, no podrás evitar mirar la pantalla de vez en cuando. Estas captado..
Lo que llamamos también "la economía de la atención".
Por otro lado, existe la atención focalizada, es lo contrario, voluntaria y que requiere esfuerzo, que se construye a lo largo de nuestra vida, especialmente entre los 6 meses y los 4 años. Esta atención es la que nuestros hijos necesitan en la escuela, la que les permite concentrarse en su trabajo a pesar de las distracciones externas, para seguir las instrucciones del maestro. Lo que se llama la concentración. Por lo tanto, cuanto más estimulamos la atención refleja por las pantallas, nuestros hijos menos podrán concentrarse, por ejemplo, en la escuela.
Ya sabemos que, 9 minutos de pantallas por la mañana pueden perturbar su concentración durante toda la mañana.